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Ahí supe más sobre ella, sobre su obsesión por el color, su participación en Gucci Gram Project, su particular y fascinante técnica y su capacidad para ver la línea de su pensamiento en su cerebro. No pasó mucho para volvernos a ver. A las pocas semanas nos juntamos a comer y tomar vino blanco en lo que para entonces era su taller en el barrio de Colegiales, en Buenos Aires. Luego, con mas de 4 años en el medio, peripecias profusas, encuentros en varias ciudades y un diálogo casi cotidiano, nos volvimos a ver. Esta vez fue en Londres, donde Sara vive y trabaja actualmente. Charlamos muchísimo. Aquí plasmamos algo de ello.
 

Gran parte de tu obra es reconocible por tratarse de pinturas sobre revistas de moda, ¿es cierto que todo comenzó por un sueño que tuviste?

Sí, ¡es verdad! Me causa risa acordarme de esto porque fue hace tanto… En verdad todo comenzó cuando tenía 12 años. Un domingo muy aburrido me senté a ver una película con mi papá que trataba sobre la vida de un pintor. Era Pollock, dirigida por Ed Harris. Fueron las escenas donde está en su estudio pintando, chorreando latas de pintura sobre tela, las que me dieron una sensación de libertad que jamás había sentido antes. Ese día hubo un click en mí, recuerdo haber pensado, cuando sea grande quiero hacer eso.


Al poco tiempo me empezó a interesar más la moda, sobre todo la mezcla de texturas y los estampados. Así comencé a coleccionar revistas Vogue y tuve la suerte de que mi papá me regalara una cada domingo. Varios años después, cuando tenía alrededor de diecinueve, pasó lo del sueño. Fue un momento en el que no dormía mucho. Podía pasar la noche entera sin hacerlo. Pero si lo lograba, entonces tenía unos sueños muy vividos y cortos. En uno de ellos soñé que pintaba sobre esas revistas que había coleccionado durante mi adolescencia. Recuerdo que al otro día fui a cursar (para ese entonces ya estudiaba Bellas Artes en la Universidad Nacional de Buenos Aires) y cuando volví a casa empecé a pintar sobre las portadas.

¿Cómo seleccionaste las imágenes de moda a intervenir?

Pasé por varias etapas. Al principio usaba las imágenes de las revistas que tenía, pero me di cuenta que el papel era muy finito y se arrugaba mucho entonces recurrí a imprimirlas. Solía buscarlas en internet, investigaba sobre campañas viejas que por algún motivo recordaba continuamente y miraba las nuevas que acababan de salir. Luego, Instagram y diferentes fuentes que ya ni me acuerdo. Podía pasar el día entero mirando imágenes. La razón por las cual las elegía siempre fue porque algo en la composición me interesaba; quizás la posición del cuerpo, la interacción entre cuerpos, los movimientos de la tela, hasta la arquitectura. Empecé a intervenir las revistas de i-D, confieso que al no haber revistas i-D en Argentina nunca tuve una, pero sus portadas siempre me coparon (risas).

Bajo el concepto 'artistas que mejor utilizaron la plataforma para mostrar el arte', en 2015 fuiste seleccionada por el director creativo de Gucci Alessandro Michele para formar parte del Gucci Gram Project, la primera colaboración de la prestigiosa casa de moda con artistas de Instagram.¿Que significó eso en tu carrera?

Al principio pensé que era un chiste o un spam. Estaba deslizando el dedo para eliminar el mensaje cuando leí la palabra ‘Collaboration’, entonces ahí abrí el mensaje. No sé que significó en mi carrera. Al poco tiempo de ese proyecto apareció el primer algoritmo de Instagram y siempre estuve en contra de que alguien diseñe mis preferencias. Nunca me gustó que me guiaran o dijeran qué hacer y menos en cuanto al gusto visual. Fue así que lentamente me fui de Instagram y nunca volví a interactuar como lo hacía antes. Perdí 1.500 seguidores desde entonces (risas). Pero volviendo a la pregunta, nunca paré y reflexioné sobre ese proyecto tampoco. En verdad, trato de no engancharme mucho. Recuerdo que cuando terminé mi primera pintura de gran escala para un final de la universidad mi papá me dijo, nunca te enamores de una pintura que ya hiciste, mirá hacia el frente y seguí creando. Creo que me lo tomé muy a pecho (risas).
 

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Tus obras reflejan el romanticismo actual por las mercancías digitales inmateriales y cómo el deseo se ve afectado por la velocidad de la red. ¿Crees que el arte está sufriendo modificaciones en su esencia a través las redes? ¿Qué era el arte pre-Instagram y en qué crees que se transformando ahora?

Yo creo que el arte está sufriendo modificaciones. Siempre que haya un algoritmo que diseñe una opción visual frente a tus ojos, en este caso las imágenes que aparecen en tu feed, hay una esencia que está corrompida. El fin de Instagram es hacer dinero y utilizar a los usuarios a su favor. Es gracioso pensar que los beneficiados somos los usuarios o influencers cuando en verdad somos los que salimos perdiendo. Sobre todo, la pérdida de tiempo, que es lo más preciado que tenemos como humanos. A diferencia de ahora, cuando me uní a Instagram en 2013, era un espacio súper divertido. Subía imágenes como un juego y así descubrí gente de todo el mundo que le interesaba mi arte y que me dieron mis primeras entrevistas. Hoy, con un algoritmo tan estricto y aburrido veo ese 2013 a años luz. Es como que hoy Instagram se está transformando para el metaverso. Usuarios que físicamente no se mueven y viven estrictamente para el mundo digital.

Si el arte busca la verdad, ¿crees que la multiplicad de verdades por la proliferación digital relativizó esta persecución?

No creo que el arte representa la verdad. Creo que el arte es simplemente un modo de expresión que acompaña en el proceso de estar vivo. El mundo digital aceleró este proceso y por ende la sensación de estar vivo se convierte efímera.

¿Cómo afectó esto a tu búsqueda como artista y a tu proceso creativo?

No lo sé… Tal vez me de cuenta en unos años. Sí, me sucedió que antes me interesaba mucho el mundo de la publicidad y la moda, pero al ver tantas publicidades en Instagram como en distintos sitios web, me aburrí, y hoy busco algo más auténtico. Busco algo más genuino, una historia, y no un mensaje, que quiera interponerse en mis decisiones.
 

Cuéntanos más sobre tus inquietudes espirituales.

Siempre sentí que hay algo más allá. Una energía que guía o interactúa con nuestros pensamientos. Quizás estoy más grande, pero en mi proceso creativo hoy también estoy eligiendo soltarme más y confiar en esa energía. Que lo que tenga que ser, que sea. Justo cuando logré encontrar mi estudio en Londres, estaba pasando por varias situaciones de cambio en mi vida personal. En ese momento me di cuenta que necesitaba buscar algo diferente, y desde ese momento evolucioné muchísimo.

¿De qué se trata?

Dejé de imprimir y empecé a trabajar sobre la tela en blanco. Me saqué muchas presiones de encima o ideas de cómo yo pensaba que tenía que pintar. Cambié al óleo que es una técnica que nunca había usado. Miré muchos videos para aprender y no cometer errores de principiante. Aunque me frustré mucho al principio, siempre supe que estaba en el camino correcto y me dejé guiar. Es interesante porque el óleo tiene vida. El cambio más grande que noto en mi producción es que el óleo me guía al resultado y por más que tenga una imagen preconcebida en mi cabeza, es el oleo el que cambia el resultado. Es como una fuerza. Es difícil de explicar o ponerla en palabras. Me estoy abriendo a esa nueva ruta. Necesitaba volver a la libertad que experimenté cuando vi Jackson Pollack chorrear pintura sobre la tela. Es gracioso porque siento que mi carrera como pintora empezó recién ahora que pinto con oleo. Me pregunto por qué no lo hice antes.

Volver literal al core. ¿Sentís que el camino te volvió a llamar?

Yo creo que el camino siempre te llama y uno tiene que estar atento a escucharlo. Hace unos días me pasó algo que confirma que todo pasa por algo. Por alguna razón, en la casa de subastas donde estoy trabajando, trajeron una caja con un montón de revistas Interview de los 90 y principios del 2000. Agarré una al azar para leer y había una entrevista a Ed Harris, el director de Pollock. En ese momento supe que no era casualidad, sino el destino.
 

¿Cómo afecta tu concepción del color en tu obra, algo que evidentemente tiene un rol central?

El color siempre fue algo tan propio mío que no sé cómo abordarlo. No me lo cuestiono mucho y tampoco quiero saber tanto. Toda mi memoria o pensamientos que aparecen en mi cabeza se basan en el color.

Expusiste Louis Vuitton_08Campaign.jpg en Saatchi Gallery a fines de 2021. ¿Qué significa esa obra para ti?

Esa obra me dio muchas oportunidades. Me contactaron un montón de compradores, pero en verdad ya la había vendido en junio de 2021 y por suerte la coleccionista me la prestó para exponerla. Por ese show en Saatchi conocí a una pareja de coleccionistas alemanes que me van a hacer un show en su casa este año en Berlin. Me abrió una puerta a una relación muy linda con gente que cree en mí y que me quiere ver crecer, lo cual me pone muy feliz.

¿Qué sentiste al ver tu trabajo colgado en Saatchi?¿Te imaginaste que esa obra sería la elegida?

Mmm… Bueno como dije antes me cuesta mucho aceptar esos logros o darme cuenta de ellos. Me pone muy feliz pero trato de no aferrarme mucho porque siempre me da miedo de que si me enamoro de un momento de mi vida o algo que hice, entonces no pueda crecer y eso afecte a mi producción.
 

¿Qué vinculación encuentras entre la moda y el arte? ¿El arte puede ser moda y la moda puede ser arte?

La moda y el arte siempre estuvieron interconectados. Marcas que colaboraron con artistas o artistas que miraron a la moda para componer una obra. Eso tiene que ver con la circulación de información visual y cómo nos relacionamos con ella. Creo que Instagram hizo del arte una moda. De cierta manera corrompió su esencia. El algoritmo cumple un rol fundamental en esto porque forma parte del desarrollo de las tendencias. Favorece ciertos posteos a través de un cálculo matemático predeterminado.

¿Qué artistas y diseñadores te han marcado o han sido de influencia en tu pintura?

En verdad son las situaciones de la vida cotidiana las que influencian mi pintura. Pero algunos artistas como Jackson Pollock, William de Kooning, Francis Bacon, o Kandinsky. Hoy en día me interesa mucho Cecily Brown, Shara Hughes, Hilma Af Klint, entre otras. También el compositor ruso Dmitri Shostakóvich, en especial su ballet The Bolt. El ritmo de su música es muy parecido al del desarrollo de mis ideas. Su música me ayuda mucho a relajarme y a pensar. Va en mi misma frecuencia. Es estar en sintonía.

Texto: Delfina Martinez Mendiberry

Retrato: Alina zum Hebel, cortesía de Where’s the Frame?

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